Plaza La Soledad

Plaza La Soledad

lunes, 12 de septiembre de 2011

Bienvenido al blog del Consejo Comunal de la Urbanización La Soledad

La Urbanización La Soledad está de cumpleaños!!!!
 

Realizada Caminata el 03 de septiembre

En el marco de la celebración del Sexagesimo primer año de la fundación de la Urbanización La Soledad, entre el 27 de agosto, día de su proclamación y el 27 de septiembre; se realizó el pasado sábado 03 de septiembre una caminata por toda la urbanización.
Se contó con la participación de 41 corredores, de todas las edades, en las categorías 05 y 10 kilómetros.
El evento fue organizado y preparado por Yuramali Isculpi Suniaga, miembro de la Comisión de Deportes para el período 2011-2013.
Algunas fotografías del evento




Discurso pronunciado por el Prof. Oldman Botello en la ocasión de conmemorarse el 61 aniversario de la urbanización La Soledad, el 17 de agosto de 2011

Estimados amigos solitarios, habitantes de La Soledad; que no son soledosos, es decir, que no viven solitarios ni nostálgicos; esto tampoco es soledumbre, no es un lugar desierto, tampoco son solitarios porque unos cuantos viven en la zona; mucho menos hay solitud, porque no es un lugar desierto o carente de compañía. Habrá que escoger entre soledeños, soledanos o soledinos, el gentilicio de esta amable porción maracayera.
Mucho nos complace acompañarlos la tarde de hoy para hablar un tanto de lo conocido sobre antecedentes y orígenes de La Soledad, gracias a la gentil invitación del Consejo Comunal y a unos cuantos amigos que aquí moran. Hace doscientos años Maracay era todo un vergel en su área norte, oriental, occidental y sur, mientras que en su centro se manifestaba árido en razón de haber sido en algún momento antes de la Prehistoria, hace millones de años, parte del gran lago de Tacarigua o de Valencia. Las investigaciones que hemos adelantado establecen que el sector La Soledad era una hacienda, a cuyo norte se hallaba la gran posesión de Onoto, que abarcaba desde aquí hasta la cumbre de Choroní o Curucuruma. Al este la hacienda San Jacobo, donde se instaló el primer hipódromo de la ciudad en 1912 y la Escuela de Aviación Militar en 1920;  al oeste, La Haciendita y el cerro de El Calvario y al sur, San Isidro, que lindaba a su vez con el callejón de La Trinidad luego llamada calle 19 de abril, hoy avenida 19 de Abril y que fue el paseo de los maracayeros hacia la segunda década del siglo XX. Detrás de este callejón de La Trinidad o calle 19 de abril, se hallaban las últimas casas de la ciudad al norte, en la calle llamada desde 1919 Santos Michelena, entre ellas el comercio de los Aciego, el depósito de algodón y café de don Tadeo Hernández, la capilla de Nuestra señora de la Asunción construida en 1892 por el padre López Aveledo, lugar de peregrinación de nuestra Beata María de San José,  y otras residencias y comercios.
Por La Soledad atravesaba el camino que conducía a uno de los balnearios tradicionales de los maracayeros, el chorrerón de la fila de Los Macero, en terrenos del Parque Nacional y del hotel Maracay. Este cañito o acequia descendía rumoroso y atravesaba lo que son hoy La Floresta, La Soledad y Calicanto, cruzaba la esquina de El Caro, pasaba por dentro de lo que es hoy el centro comercial La Capilla, por debajo de la Catedral,  dentro de la Cruz Roja y entregaba su pequeño caudal al lago. En la década de los cuarenta estuvo muy crecido; causó estragos en el centro de la ciudad y ocasionó la muerte de una persona a la que arrastraron las aguas.
En 1916, San Isidro pertenecía al Dr. Manuel María Linares y lindaba, como dijimos, con La Soledad, uno de cuyos propietarios era don Julián Herrera, precisamente donde nos encontramos en este momento. Maracay era haciendas y potreros por todos lados, en su casi totalidad pertenecientes al general Juan Vicente Gómez. La Soledad, una pequeña finca donde se cultivaba. Pero el 12 de marzo de 1917, día del patrono San José Obrero,  el Gobierno nacional adquirió una extensión de terrenos de lo que es hoy La Soledad, Calicanto, San Isidro y La Floresta para fundar la Estación Experimental, institución que se encargó de  estudiar y mejorar los métodos de producción de rubros agrícolas, mejoramiento de semillas, repoblación forestal, prácticas de edafología, práctica agrícola para capataces y guardabosques y extensión agrícola. Ya en 1928 se experimentaba con forrajes, se cultivaba arroz, arvejas, garbanzos, tabacos de diversas variedades, incluyendo el habano y el turco aromático; se experimentaba con la caña de azúcar en sus variedades Java 36, Zarangola y criolla. En el mismo año 1928 se injertaron 2.000 rosales y se experimentaba también con las cítricas. Contaba igualmente con un edificio administrativo con una gran biblioteca especializada. Los muchachos de la Maracay de entonces no vacilaban en burlar la vigilancia del campo y se introducían en aquella extensión cultivada para obtener los frutos más apetecibles. Esas oficinas se hallaban cerca del actual cuartel Abelardo Mérida. Empero, conservaron sus nombres los sitios de La Soledad y La Floresta. La Soledad era un lugar muy sombreado, con árboles de gran tamaño, especialmente a la orilla del camino a Las Delicias. Se recuerda que en la entrada de La Soledad por dicho camino, hoy avenida Las Delicias, se hallaba un campesino descansando de las duras faenas del día y con su machete se distraía sacando astillas a la raíz de un grueso árbol de camoruco o mijao. Atinó a pasar el general Gómez que venía de su casa de campo de Las Delicias y al ver la acción del campesino  hizo detener la marcha de su vehículo, descendió, saludó al campesino y le pidió el filoso machete al lugareño, que ya preveía lo que le venía encima, pues el general Gómez comenzó a lanzarle suaves planazos por las piernas, y el campesino dijo a brincar como quien baila. A tiempo que el general le decía: ¿No te gusta que te hagan lo mismo? Ese árbol siente lo que estás haciendo, quitándole parte de su cuerpo”, luego de lo cual le devolvió el arma blanca y partió después de aconsejarlo. El hombre quedó sudando frío.
La soledosa zona de La Soledad fue escenario de dos accidentes de aviación. El primero ocurrió en 1926 cuando frente al campo de aviación, en La Soledad, se estrelló un Breguet 19 piloteado por el teniente Luís Medina Jaime, quien llevaba como copiloto al mecánico José Antonio Mendoza Velandia. Afortunadamente las consecuencias del accidente sólo fueron aporreos generalizados, Medina Jaime una fractura en el tobillo y Mendoza heridas y escoriaciones en la cara. El otro accidente fue más grave.  El 27 de noviembre de 1933 se ejercitaba maniobrando sobre cielo maracayero, cerca del campo de aviación el teniente Carlos Meyer Baldó en un Stearman biplano de turismo que había traído al país el piloto Jorge Pocaterra. Acompañaba a Meyer Baldó, hijo de alemana y tachirense, el mecánico Héctor Arias. Una de las maniobras fue la de invertir el avión y dejar sus cuerpos viendo a tierra. Cuando Meyer Baldó se aprestaba a sacar su avión de esa posición para vuelo normal, se escuchó un crujido en un ala, mientras aceleraba el aparato. El plano superior derecho se había deformado y entraron en barrera plana, dando giros en espiral sin orden ni concierto, muy cerrados, sobre la parte más occidental de La Soledad y se estrellaron. Ambos murieron instantáneamente. Meyer Baldó había ingresado al ejército alemán en 1916 y en 1917 obtuvo su título de piloto de caza con jerarquía de teniente; participó activamente en la I Guerra Mundial y formó parte del escuadron del avezado piloto Manfred von Richthofen y cuyo jefe superior era el temible oficial nazi Hermann Goering, quien en ocasión de conmemorarse el primer aniverario del accidente en 1934 envió una corona y tuvo palabras de condolencia para los familiares y al pueblo venezolano, al recordar a quien llamó “teniente venezolano y alemán.
¿Cuándo surge La Soledad como la segunda urbanización de Maracay después de Calicanto? Es un proceso que comenzó en 1950 en un parcelamiento establecido por el Concejo de Girardot y del cual se encargó una constructora privada que lo hizo lo más lentamente posible ante las protestas de quienes habían adquirido sus parcelas y de la propia Municipalidad maracayera. Desde finales de la década del treinta, muerto el general Gómez, Maracay comenzó con una dinámica de expansión de su territorio hacia el este, oeste y norte fundamentalmente. El lago se respetaba.  Así surgen barrios como Las Flores, Lourdes, Santa Ana, San José, Piñonal, Independencia, Santa Rosa, que fue planificado por Malariología junto con Calicanto gracias al Dr. Arnoldo Gabaldón y su equipo de Malariólogos e ingenieros sanitaristas; y las dos primeras ubanizaciones, Calicanto y La Soledad que ya anda en sus 61 años del comienzo de su proceso fundacional que no ha sido detenido. Sabemos de las constantes luchas de los vecinos para preservar un espacio vivible, su calidad de vida ante la arremetida de las elevadas construcciones que dieron al traste con la planificación de viviendas unifamiliares para el sector. Recordamos también la protesta que no llegó a mayores cuando se informó de la colocación de un busto al doctor Cristóbal Mendoza, el Triunviro de 1810 y trujillano por más señas. Se comentó en un primer momento que los andinos tenían acaparada la ciudad. ¿Acaso no se ha dicho que Maracay es la ciudad más plana de los Andes? Y es que en La Soledad vivían muchos andinos; algunas de esas familias los Berti, Zerpa Bustamante, los Sardi, Salas Citraro, Lozada González y un largo etcétera y quienes convivían con familias de  variado origen, como los Alcalá Gago, los Párraga, que venían de fundar Calicanto; los Iciarte Lugo, los Benítez, Miguelito Suárez y su honorable familia, Jorge Brock, los Pérez Godoy, mi profesor, Elio Soto Alvarado  y Cristinita Martínez  Gómez de Tomson, que residió muchos años por aquí y otros honorables vecinos.
Créanme que me siento honrado por la invitación  para esta disertación sobre La Soledad, lo cual agradezco al Consejo Comunal y a Alexis Suárez por su gentileza. Sigan luchando por lo que les corresponde.